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Domingo, 2 de agosto de 2015

La Pontificia Obra de San Pedro Apóstol (POSPA) es una de las cuatro Obras Misionales Pontificias que a nombre del Santo Padre apoya a los futuros sacerdotes de las situaciones misioneras del mundo entero.

Dios siempre hace surgir las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada en medio de las comunidades auténticamente cristianas. La fe que ha arraigado en un pueblo se hace madura cuando brotan las vocaciones misioneras, el termómetro de la fe es la misión, es decir esa capacidad de salir de sí mismos para evangelizar en el propio ambiente y más allá de nuestras fronteras.

Actualmente la POSPA ayuda a cerca de 70.000 seminaristas en todo el mundo, en nuestro país ayuda a cerca de 100 seminaristas que estudian en el seminario Intermisional San Luis Beltrán en Bogotá. Este seminario fue creado con la ayuda de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos y su carisma fundacional es la formación de los futuros pastores de los vicariatos apostólicos del país, es decir de los territorios misioneros.

En ellos son escasos los sacerdotes y el proceso evangelizador tiene inmensas dificultades como por ejemplo el acceso a muchas comunidades sólo por vía fluvial o aérea lo que hace muy costoso la presencia y el acompañamiento por parte de los misioneros, además las inclemencias del mal tiempo, la precaria atención médica y de los servicios básicos. A esto se suman dificultades de orden público, moral y educativo.

La mejor contribución es el ofrecimiento de una vida cristiana vivida con honradez, es decir el aumento de la fidelidad a Dios por las vocaciones sacerdotales y religiosas del mundo. También son valiosas las oraciones y sacrificios por los misioneros de hoy y de mañana.

A mayor conciencia misionera mayor alegría y fecundidad cristiana Realmente si despertáramos más nuestra conciencia misionera, nacería espontáneamente el deseo de hacer todo para apoyar la evangelización del mundo, el mayor tesoro que hemos recibido es a Jesucristo y un corazón lleno del amor de Jesús sólo busca que los demás reciban también la mayor riqueza que es Él mismo viviendo en las personas.

De nuestra sincera gratitud a Dios por el don de la fe y de su Iglesia surgiría nuestra decidida y generosa colaboración con la formación de los futuros sacerdotes de los territorios de misión. “Unidos a Jesús buscamos lo que Él busca, amamos lo que Él ama.

Evangelizamos para la mayor gloria de Dios que nos ama” (EG. 267). Iglesias guiadas por sus propios pastores Dios quiere que su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, llegue a todos los pueblos. Se trata del mandato misionero de Jesucristo, muerto y resucitado, que siempre nos pone en salida misionera hacia el mundo entero, comenzando por los hermanos que están a nuestro lado.

La evangelización se hace más rápida y más comprensible si se hace en la lengua materna y por misioneros nativos. ¿Y qué mejor evangelizador del indígena que el mismo indígena? ¿Del japonés que un mismo japonés? ¿De los pueblos afrocolombianos que uno mismo de su tierra? Esto lo quiere Jesús que comenzó la evangelización de su pueblo judío escogiendo a hombres de su misma raza y cultura.

Dios quiere que los nativos dirijan sus propias Iglesias, por eso debemos dar gracias a Dios y pedir para que nuestros obispos y sacerdotes colombianos de verdad queramos ser santos pastores de nuestro pueblo, abiertos a ir también a otros países y continentes movidos por el amor de Cristo, así como lo hizo San Pablo y todos los santos.

“La Iglesia agradece con inmenso gozo el don inestimable de la vocación sacerdotal que Dios ha concedido a tantos jóvenes entre los pueblos convertidos recientemente a Cristo.

Porque la Iglesia echa raíces cada vez más firmes en cada grupo humano cuando las varias comunidades de fieles tienen de entre sus miembros los propios ministros de la salvación en el Orden de los Obispos, de los presbíteros y de los diáconos al servicio de los hermanos” (Ad gentes, 16).

Nueva oportunidad para cooperar

En Colombia, el primer domingo de agosto está dedicado a la Jornada Nacional de la POSPA, colaboremos con nuestro sincero empeño de vivir una auténtica vida cristiana, con nuestra oración, con nuestros sacrificios y con nuestro aporte económico a favor de esta Obra del Papa.

Puede dar su ofrenda para la POSPA en su parroquia o enviarla directamente a nuestra Sede Nacional OMP consignando a nombre de: Obra Pontificia de la Propagación de la Fe. En una de las siguientes cuentas: Bancolombia Cuenta de ahorros n.° 20557000743 Banco de Bogotá Cuenta corriente n.° 032014946 Banco Agrario Cuenta corriente n.° 008200122888 Favor enviar el comprobante escaneado al email: pospapum@ompdecolombia.org Dios recompense su cooperación para la POSPA con aumento de su fe, esperanza y amor.